Definición de la RAE
Que narra. Sí, un tanto escueto y muy escaso. Por lo que vamos a la definición de narrar: contar, referir lo sucedido, o un hecho o una historia ficticios. Esto ya nos va diciendo algo más, pero sigue siendo insuficiente.
¿Quién es el narrador?
Es quién nos cuenta la historia. Hay que dejar claro que autor (escritor) y narrador no son lo mismo, nosotros no somos los narradores aunque escribamos en primera persona, es un personaje. Es normal querer expresar nuestros puntos de vista u opiniones pero somos escritores, nuestra visión del mundo lo explicamos a través de nuestras historias y personajes. El lector conocerá nuestra historia y los personajes a través del narrador, por lo que hemos de reflexionar sobre el mejor punto de vista para narrar, además del tono y tipo de lenguaje a utilizar.
El narrador puede estar dentro o fuera de la historia:
- Narrador dentro de la historia. Ve la historia y la conoce de primera mano.
- Protagonista. Nos cuenta su historia.
- Testigo. Es un mero observador. Cuenta lo ocurrido a otra persona.
- Narrador fuera de la historia. No es parte de la historia.
- Invisible. No sabemos quién es. Apenas interviene, lo suficiente para narrar la historia. Es un observador.
- Subjetivos, intervienen para crear opinión y dejar clara la suya.
- Un falso autor. No es el real. Es un personaje que conoce la historia porque se la han contado o ha investigado sobre lo ocurrido.
Tipos de narrador
Según el conocimiento que tenga.
- Omnisciente. Sabe todo lo que piensan los personajes, sus intenciones, su historia, lo que van a hacer. Sabe todo y se desplaza por la historia por su propia voluntad. Está fuera de la historia, por lo que no representa a ningún personaje concreto. Es creíble ya que expone los hechos como son y puede darse el lujo de juzgar o hacer valoraciones. Salta de un personaje a otro, de forma que el lector puede saber lo que piensan o sienten todos los personajes que están en una misma escena. Representa los pensamientos de los personajes entre comillas «». No suele tener limitaciones. Ejemplos «El Señor de los Anillos» de Tolkien, «El médico» de Noah Gordon.
- Equisciente. Sabe lo mismo que el personaje. Lo escribimos en tercera persona pero con los límites de una primera persona. Va con el personaje siempre y nos cuenta lo que siente, piensa o hace ese personaje en concreto. Ejemplos «Juego de Tronos» de George RR Martin, «El retrato de Dorian Grey» de Oscar Wilde.
- Deficiente u observador. Sabe menos.
- Objetivista. Conoce lo que los personajes dicen y hacen, pero no lo que piensan, siente ni la razón de sus acciones.
- Objetivo. Cuando el narrador no decide si es buena o mala la actuación del personaje.
- Subjetivo. El narrador interviene en el relato y valora la acción del personaje, nos da su opinión. Con esto dirigimos al lector en un sentido u otro, según nos interese.
Narrador en primera persona.
Está reservada para el narrador protagonista, casi siempre. Se puede utilizar en ocasiones puntuales, como el narrador testigo, porque cuenta la historia de otra persona desde su propio punto de vista.
Ventajas:
- Vive y siente la situación, podemos seguir su ritmo y haremos que el lector vaya descubriendo lo que descubre el personaje.
- Generamos en el lector una empatía al hacerle partícipe de las vivencias, pensamientos y sentimientos del protagonista.
- Si necesitamos entrar en la mente de varios protagonistas, podemos saltar de uno a otro solo con cambiar de escena o capítulo.
- No sabe el futuro.
- No sabe aquello que no vive, escucha, lee, ve, etc.
- Imposible que sepa las motivaciones del resto de personajes.
- No puede saber qué ocurre en otras localizaciones de la novela a menos que se lo cuente alguien.
- Que acabe explicando algo en lugar de mostrarlo.
Narrador segunda persona.
Es muy complicado de utilizar y encajarlo en una historia. No es fácil encontrarlo más que en algunas escenas puntuales de alguna novela. Participa en el relato como variante de la primera persona, por ejemplo, sirve de conciencia. Narra lo que sucede, se dirige a sí mismo, trata de «tú» a una proyección propia haciendo que el lector se sienta aludido.
- Es el ideal para el género epistolar (cartas), por ejemplo «Las amistades peligrosas» de Choderlos de Laclos.
- Amplifica los pensamientos y sentimientos del personaje. «Si hubieras consentido en hacer lo que te pidieron, no hubiera muerto». El personaje se habla a sí mismo en un pensamiento. Funciona muy bien cuando queremos desvelar pensamientos, emociones y sentimientos. Y evitamos un narrador en tercera persona, que es muy impersonal.
Narrador en tercera persona.
Es alguien ajeno a la acción que les sucede a los personajes. Conoce bien a los personajes, pero no significa que forme parte de la acción y tampoco es uno de los personajes. Podría ser un narrador casi omnisciente, pero con algunos límites a la hora de contar la historia. Puede acompañar a los personajes donde vayan pero no sabe qué piensan ni puede explicar el por qué de sus acciones.
A la hora de elegir qué narrador utilizamos hemos de pensar en ¿de quién es la historia? ¿Dónde situaremos al narrador? ¿Necesito entrar en la cabeza o las emociones de todos los personajes o solo de unos cuentos? ¿Pondré límites al narrador? Siempre tendremos claro dónde se encuentra el narrador respecto a la historia y la información que tiene, hemos de ser coherentes con ello. No es lo mismo explicar la historia en primera persona, donde el protagonista nos va a explicar lo que le va sucediendo y cómo se está sintiendo a que el narrador nos relate una historia en la que necesitamos saber la exposición de los hechos y cambiar de puntos de vista de forma continua.
Necesitas tener claro qué estás dispuesto a contar, qué no y el género de la novela.
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